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miércoles, septiembre 19, 2012

Enrocada en mi torre de marfil······························_Artículo 27_

Enrocada en mi torre de marfil digo no. No. No voy a hablar de la situación actual que estamos viviendo los españoles o los que vivimos en España. Esto que se llama España, para horror de Machado sigue siendo el títere sin cabeza que todos se creen con derecho a vapulear. Que no tenemos cabeza está claro. Por eso si hablo de actualidad social y política debería redactar un Je Acuse que no iba a caber en el blog entero.
Me duele España, me duele enormemente, porque al igual que ya hiciera la monarca que provocó la Ley Sálica, nos han dejado embarcados y a la fuerza en un barco resquebrajado y sin timón. Y ¡ojo! Que ya entonces los intelectuales se desesperaron porque sus voces no eran escuchadas, y ¡ojo! Que ya Benito Pérez Galdós dijo todo cuanto había que decir y señaló cuanto había que señalar en sus Episodios Nacionales.
Pero no aprenden no. No aprenden. Hay una incapacidad atávica y genética.
No quiero hablar de la actualidad porque la actualidad parece que sólo la muevan los políticos. Y un político que no escucha a la ciudadanía... Ni es político ni es ciudadano. Y la verdad... No será que el pueblo no esté hablando. Pero la reacción general es rebotarle la pelota de las culpas.
Según el político, el pueblo es culpable de todo. Y por eso es el único que debe sacrificarse. Una reducción al absurdo de tesis insostenibles e inmorales. Ay si Platón levantara la cabeza. Diría: Ya hacéis bien, ya, de buscar vida en Marte, o cualquier otro planeta habitable.
Qué pena de España que arde más allá de los incendios, maldita metáfora de esa reducción al absurdo que permite que las víctimas aparezcan como culpables y los culpables se vayan de rositas, a los Mundos de Yupi del País Multicolor del que no han sabido salir... O quizás..., nunca debieron salir.
A última hora mejor para ellos porque han cometido negligencias de juicio y prisión. Y se libran para colmo e impotencia de los que hasta ahí, habían creído en la justicia. Justo sería llamarle injusticia. Y es que una exasperante injusticia ha descendido para caer sobre el ciudadano de base y a pie. 
Que ve como nadie es ajusticiado por sus pecados, aunque sólo fuera por deudas, pues en la memoria de todos permanece el recuerdo de esos encarcelamientos a los morosos que no podían satisfacerlas.
Qué pena y qué dolor. Porque como dice un buen amigo famoso librero de negras y criminales sinfonías, un día más en esta crisis que nos han echado encima sin que nosotros la hayamos provocado...
Y qué razón tiene y cuánta verdad.
Ay qué pena y qué dolor, porque hay que ser catalán para entender que es ser catalán, y ya os lo digo que hay quien no ha entendido nada porque ni quiere, ni puede, ni le interesa entenderlo. Y tampoco quiere entender a nadie que no piense como él, sea de la tierra que sea. Y ese es el problema que tiene alguno. Quien no piensa igual en contra está. Matemática fórmula de ficción sofista que se pasa por el forro de la incógnita la variable del libre albedrío. 
Ay qué pena y qué dolor cuando aquél que nunca habla de nada preocupante, se arranca con una carta que no viene a más cuento que el cuento de nunca acabar, como es echarle la culpa de todo al único al que se puede aplastar impunemente, como siempre. El pueblo. Parece ser que así es, ha sido y será desde que el tiempo es tiempo y la noche de los tiempos es la única en guardar cualquiera de sus secretos. Por los siglos de los siglos. Amén.
Amén. Chitón. O si no, al paredón... Donde se incrustan y acaban los ecos de ese pueblo unido que jamás será vencido.
Y el pueblo, con princesas o sin ellas se ve, apabullado, aplastado, recortado, inopinado, y siendo parte y cojín blando de ese títere sin cabeza, despeluchado y desmantelado.
¿Y la cabeza del títere? ¿Dónde andará? ¿En las fiestas patronales? ¿En las terrazas de los bares? ¿En las colas del Inem? O ¿La tienen secuestrada poderes fácticos de cualquier clase? ¿O se trata de una cabeza loca que se ha largado de fiesta ella sola? ¿Puede haberse decapitado ella misma? O acaso se debe todo a una terrible conspiración y por eso alguien oscuro trata con éxito, de generar odio entre hermanos? ¿Es eso lo que está ocurriendo?
No sé. No me importa. Y como estoy enrocada en mi torre de marfil sólo me preocupa cómo despedirme de mi íntimo amigo Chanel Nº5, sí, sí, los recortes me han afectado terrible y dolorosamente, una auténtica tragedia tener que dejar de dormir únicamente con mis dos gotitas de Chanel 5.... Bueno, también me preocupa y desazona mi próxima novela, no hago más que darle vueltas al argumento hasta el punto que se ha centrifugado...Y si sale algo será bien mezclado.
Por eso. Por todo eso.
No. No. No voy a hablar de política. Ni de actualidad. Nunca. No me gusta. A mí me importa más la actualidad que me sucede, a mí y a los míos. Que la que se vende en los quioscos. O escupe la tele.



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